Decididamente «se hace camino al andar», como decía Machado. Vuelvo a participar en la reflexión colectiva, esta vez sobre el tema candente de las evaluaciones externas, en un nuevo MOOC del INTEF. Ya participé en el anterior sobre PLE para la función docente, entonces por experimentar este formato de curso, y lo hago ahora porque el tema no me deja indiferente.
Efectivamente, el pasado día 4 de noviembre escribía en twitter que «Estoy en el MOOC #preguntasPISA con la esperanza de encontrar alguna buena razón para creer en esta -y otras- evaluaciones». Mala entrada, lo reconozco, pero es exactamente la que refleja mi posición inicial sobre las evaluaciones externas.
No quisiera acabar este curso simplemente sabiendo más cosas sobre las pruebas externas, sino teniendo más razones para defenderlas y apoyarlas. Difícil tarea, me temo, pero quiero darme la oportunidad de confrontar visiones, hechos y opiniones, de manera que mi postura al final del curso, sea cual sea, esté más documentada y madura.
No veo el interés de hacer un resumen de las evaluaciones, que está suficientemente resumido y claro en el espacio del MOOC (http://goo.gl/XdWGpn). No sabría hacerlo mejor en menos espacio.
En su lugar, quiero traer a colación un artículo de Rosa María Torres, en proceso todavía de elaboración, titulado «Otra educación: voces críticas de PISA en América Latina«. Habla la autora del incremento de voces críticas hacia PISA justo en el momento en que más países latinoamericanos se aprestan a implantar las pruebas. Las razones de la crítica son, según ella, el carácter estandarizado de las pruebas y el peso que está alcanzando la evaluación externa.
Habla también la autora de la necesidad de establecer un debate sobre la oportunidad e idoneidad de estas pruebas, y hace un recorrido por hitos claves en la manifestación de opiniones críticas, como la Declaración del Grupo de Trabajo de CLACSO: siete puntos que recogen los principales argumentos para poner en cuestión a PISA.
Considero que es una buena noticia que haya movimientos sociales con amplitud y resonancia suficiente como para hacer pensar a los gobiernos sobre un mecanismo como este, que utilizan con fe ciega, o con miedo cerval a quedarse fuera de la foto. No entraré en argumentos que están perfectamente expuestos en el artículo citado. Sólo añadiré lo absurdo de establecer comparaciones basadas en pruebas que llaman estandarizadas, establecer una carrera por estar a la cabeza, y una fuente de frustraciones para la inmensa mayoría.
Y no hablemos de la manipulación política de las comparaciones publicadas. Con el pretexto de los resultados de PISA se toman decisiones también estandarizadas, lo más opuesto a la idea de evaluación, sin considerar lo que es salvable y lo que debe ser cambiado. La mejora de la educación se hace por Decreto, y ahora es la OCDE quien marca el ritmo de esas reformas.
La necesaria disrupción en educación no vendrá de dentro del sistema, de la misma forma que ocurre en todos los sistemas. La disrupción siempre viene de fuera: de los niños y jóvenes que no aguanten las formas de hacer repetitivas, de las nuevas oportunidades que abre la tecnología, de las posibilidades de autoformación al margen de las instituciones educativas, etc. Pero no es por ahí por donde apuntan las evaluaciones externas. Se trata más bien de mantener el sistema lo más intacto posible pero para fabricar el tipo de producto estandarizado que algunos necesitan.